Downtown Abbey: el gran final, justo para sus fans

El tiempo pasa, las sociedades cambian, las personas se retiran y otras toman su lugar. Estos son los principales temas de Downton Abbey: El gran final.
Y como su título lo dice, esta es la última aventura junto a los personajes que hemos acompañado a lo largo de 56 capítulos y tres películas. Y sí, aunque es una continuación, no significa que no se pueda disfrutar sin haber visto la serie; la historia funciona por sí sola. Sin embargo, haber visto al menos las películas es un enorme plus para conectar con la trama.
Ahora, situada en 1930, la familia Crawley enfrenta una posible bancarrota, mientras que Lady Mary, la hija mayor, es juzgada y evitada por gran parte de la alta sociedad inglesa por ser una divorciada. Pero, fieles a su esencia, ellos no se dejarán vencer tan fácilmente.
La cinta destaca por sus excelentes actuaciones, con todo el elenco original de regreso. Es realmente entrañable verlos reunidos una última vez.
Si bien los conflictos se resuelven de una manera “sencilla”, los que vimos la serie sabemos que así suele ocurrir: las problemáticas encuentran solución sin perder el encanto ni la elegancia que caracterizan al universo de Downton Abbey. En ese sentido, la película se siente como un gran homenaje a lo que representa la historia y al legado que deja.
Todo esto viene acompañado de una espectacular recreación de la época: los vestuarios, las escenografías y cada detalle están cuidados al máximo para transportarnos a los años 30. No es sorpresa, considerando que Julian Fellowes, creador de la serie, está nuevamente a cargo del guion y la producción.
¿Pero es un gran final?
Como lo mencioné al inicio, la cinta refleja el paso del tiempo y los inevitables cambios. Y sí, se siente como un buen cierre, con una historia enternecedora sobre la familia, los ciclos que terminan y el futuro que siempre se espera con esperanza.
Texto: Víctor Oswaldo Regina