Omar Bravo perdería su lugar como embajador del Mundial 2026

El exfutbolista mexicano Omar Bravo, ídolo histórico de las Chivas y actual embajador de Guadalajara para el Mundial de Fútbol 2026, enfrenta un escándalo que podría costarle su posición de alto perfil. Detenido el pasado fin de semana en Zapopan, Jalisco, por presunta participación en el abuso sexual de una menor de 17 años, Bravo ha sido vinculado a prisión preventiva por un juez federal, lo que ha generado un revuelo en el mundo del deporte nacional. Esta acusación, calificada como agravada por las autoridades, representa un golpe duro para el exdelantero, quien había sido designado para promover la sede tapatía en el torneo que unirá a México, Estados Unidos y Canadá.
Los detalles del caso revelan que Bravo, de 45 años, fue aprehendido durante un operativo coordinado en el estado de Jalisco, donde se le investiga por un supuesto maltrato sexual contra la adolescente. Durante su audiencia inicial, el exjugador se abstuvo de declarar, lo que no impidió que el Ministerio Público solicitara y obtuviera la medida cautelar de prisión preventiva justificada. Fuentes judiciales indican que no se le otorgará trato preferencial, a pesar de su trayectoria en la Selección Mexicana y en el Guadalajara, donde ostenta el récord de más goles en la historia del club. El incidente ha sacudido a la afición rojiblanca, que ve con preocupación cómo un símbolo del Rebaño Sagrado se ve envuelto en un proceso penal de esta magnitud.
El impacto en su rol como embajador del Mundial 2026 es inminente y devastador. Designado para representar a Guadalajara en las campañas promocionales del torneo, Bravo podría ser removido de inmediato si se confirma su culpabilidad, según reveló un exdirectivo de Chivas en declaraciones recientes. La Federación Mexicana de Fútbol y los organizadores del evento, que buscan proyectar una imagen impecable ante el mundo, han enfatizado que no tolerarán escándalos que manchen la reputación del certamen. Hasta el momento, Bravo permanece enlistado en el sitio oficial, pero insiders aseguran que su salida es cuestión de horas o días, priorizando la integridad del proyecto binacional.
La detención de Bravo ha desatado un debate más amplio sobre la responsabilidad de las figuras públicas en el deporte mexicano, especialmente en un contexto pre-Mundial donde la transparencia es clave. Mientras el proceso legal avanza, con posibles audiencias en las próximas semanas, el exgoleador enfrenta no solo la pérdida de su puesto diplomático, sino también el descrédito de un legado forjado en canchas y estadios. Autoridades y aficionados claman por justicia expedita, recordando que el fútbol trasciende el juego y exige estándares éticos irreprochables. El caso de Bravo servirá como precedente para futuros embajadores, en un torneo que promete unir naciones pero no puede permitirse divisiones internas.